Día Internacional de la Mujer: La educación como herramienta de igualdad
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- Date 8 de marzo de 2021
por Pablo Sarapura Rosso
Cada 8 de marzo recordamos la incansable lucha de las mujeres por reivindicar sus derechos en todos los escenarios de la sociedad. Una lucha histórica para situar a las mujeres en igualdad de condiciones frente al hombre.
El Día Internacional de la Mujer reivindica aquellas mujeres que han sido discriminadas por su origen, raza, idioma, religión o el simple hecho de ser mujeres, y abre un hilo de esperanza para lograr que se haga justicia y se construya un camino de igualdad, que les permita estudiar y trabajar sin obstáculos, entendiendo que son un motor importante dentro de la sociedad para avanzar hacia el progreso.
Este día, también, nos invita a reflexionar sobre cuánto nos falta para lograr que la igualdad de condiciones entre hombres y mujeres se materialice a nivel mundial; no solo en el ámbito laboral, especialmente en el educativo, en el que aún millones de mujeres en el mundo encuentran innumerables barreras. El acceso a la educación es fundamental para lograr erradicar la desigualdad, permitiendo el empoderamiento y la conquista de los espacios que por siglos se les ha negado a las mujeres.
En 2015, líderes de todo el mundo se comprometieron a adoptar una vía para luchar por un mundo más sostenible, basado en los derechos humanos. Con ello se trazaron los Objetivos de Desarrollo Sostenible, colocando la igualdad de género y especialmente el empoderamiento de las mujeres en una posición central de la Agenda Mundial de Educación 2030, en la que se reconoce que la igualdad de género requiere un enfoque que «garantice, no sólo que las niñas y los niños, las mujeres y los hombres obtengan acceso a los distintos niveles de enseñanza y los cursen con éxito, sino que adquieran las mismas competencias de educación».
Según la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer (CEDAW), las mujeres siguen siendo objeto de importantes discriminaciones. Esa discriminación viola los principios de la igualdad de derechos y del respeto a la dignidad humana.
Entre los numerosos obstáculos que impiden a las niñas y mujeres ejercer su derecho a estudiar, obtener un diploma y beneficiarse de la educación, se encuentran:
- Aislamiento geográfico: para las niñas de zonas rurales, en edad de cursar educación primaria, la probabilidad de no asistir a la escuela es 2 veces más alta que para las que viven en zonas urbanas.
- Pobreza: El 70% de las personas que viven en pobreza extrema, son mujeres. Feminización de la pobreza.
- Matrimonio infantil y forzoso: Más de 700 millones de las mujeres, actualmente casadas en todo el mundo, contrajeron matrimonio cuando todavía eran niñas.
En conclusión, estas barreras junto a la discapacidad y las actitudes tradicionales relacionadas con el papel de las mujeres, impiden que niñas y mujeres se formen libremente y se inserten a la sociedad como agentes activos y catalizadores.
El papel de la mujer en la educación
«La educación es un poder para las mujeres, y eso es por lo que los terroristas le tienen miedo a la educación. Ellos no quieren que una mujer se eduque porque entonces esa mujer será más poderosa». Malala Yousafzai – Entrevista enThe Daily Show.
La educación de niñas y mujeres supone transformar sus vidas e impulsar el desarrollo de las sociedades en las que viven, permitiéndoles salir de la pobreza, reducir la mortalidad infantil y favorecer el crecimiento económico.
Obstáculos que consiguen las mujeres para avanzar en su formación
A pesar de los esfuerzos considerables realizados durante las últimas décadas, con miras a reducir la brecha entre géneros en lo relativo a la enseñanza de las ciencias, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas (STEM), aún existen grandes desigualdades. En la enseñanza superior, sólo el 35% de los estudiantes matriculados en las carreras vinculadas con las STEM, son mujeres. Hoy día, sólo el 28% de los investigadores del mundo son mujeres. Los estereotipos de género y los prejuicios comprometen la calidad de la experiencia del aprendizaje de las alumnas y limitan sus opciones educativas.
Los sistemas educativos y las escuelas desempeñan un papel crucial en determinar el interés de las niñas por las carreras relacionadas a la ingeniería, la tecnología, las ciencias y las matemáticas, así como en proporcionar una igualdad de oportunidades para que accedan a una educación de calidad vinculada a estas disciplinas. Los docentes, los contenidos de aprendizaje, los materiales y el equipamiento, las herramientas y los métodos de evaluación adecuados, así como el entorno de aprendizaje y el proceso de socialización en las escuelas, son elementos decisivos para garantizar el interés y la participación de las niñas en los estudios vinculados con las STEM, y a la larga, en las carreras relacionadas con estas materias. [1]
Índices de alfabetización de las mujeres
Casi 757 millones de adultos y 115 millones de jóvenes en todo el mundo no pueden leer o escribir. Dos terceras partes de ellos, son mujeres, y no se ha avanzado en la reducción de esa cifra, a pesar de que la población analfabeta ha disminuido a nivel mundial.
Las tasas más altas de analfabetismo se encuentran en África Subsahariana y en el sur y el oeste de Asia. Sin embargo, los promedios regionales ocultan disparidades a nivel de país. En África Subsahariana, la tasa de alfabetización varía de un 15% en Níger a un 95% en Guinea Ecuatorial. Persiste una notable brecha de género en esta región, con un 68% de hombres analfabetos frente a un 52% de mujeres que no saben leer y escribir.
En los Estados Árabes y en el sur y el oeste de Asia es donde más se ha progresado en las dos últimas décadas. Entre 1990 y 2013 la tasa de alfabetización de adultos ha crecido del 55% al 78% en los Estados Árabes, y la tasa de alfabetización de jóvenes aumentó del 74% al 91%. No obstante, la brecha de género sigue siendo significativa en la región: la tasa de alfabetización de mujeres es del 70%, mientras que la de hombres es de 86%.
Las mujeres ante la crisis climática
Las mujeres, en especial aquéllas en situación de pobreza, son más vulnerables a los desastres naturales. Un estudio reciente efectuado sobre 141 países encontró que son más las mujeres que los hombres que mueren a causa de riesgos naturales. Cuando la situación socioeconómica de las mujeres es alta, la cantidad de muertes de mujeres y hombres es prácticamente igual durante y después de los desastres naturales, mientras que son más las mujeres que los hombres que mueren (o que mueren más jóvenes) cuando la situación socioeconómica de las mujeres es inferior. Las mujeres, las niñas y niños tienen más probabilidades de morir durante los desastres que los hombres.
Las mujeres y las niñas y niños sufren los principales efectos negativos de la recolección y transporte de combustible y agua, al tiempo que las mujeres de numerosos países en desarrollo dedican entre 1 y 4 horas diarias a la recolección de biomasa para combustible. Un estudio sobre pobreza de tiempo y agua en 25 países del África subsahariana estimó que las mujeres destinan al menos 16 millones de horas a la recolección de agua potable; los hombres dedican 6 millones de horas; y las niñas y niños, 4 millones de horas. Las brechas de género en las labores domésticas y familiares, incluido el tiempo destinado a obtener agua y combustible y a procesar los alimentos, se intensifican en contextos de crisis económica, degradación medioambiental, desastres naturales y de infraestructura, y servicios inadecuados. [2]
Existe mucho camino que recorrer, y las cifras siguen siendo alarmantes al lograr reconocer el papel fundamental de la mujer dentro de la sociedad como un agente preponderante ante la desigualdad, pero no cabe duda que la lucha continúa y es cada vez más visible. Siguen y seguirán conquistando espacios porque la historia ha demostrado que son ellas quienes han sido los agentes transformadores del cambio y del progreso, desde los ámbitos educativos que influyen en lo cultural, hasta en lo económico y político. Esta lucha que es de todas y todos no se detendrá.
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